923 17 54 27 info@h2fusion.com

El hidrógeno está considerado como uno de los pilares fundamentales en la transición hacia un entorno de energías limpias. Su versatilidad como vector energético y su capacidad para generar energía sostenible lo convierten en una opción prometedora para descarbonizar sectores industriales y de transporte difíciles de electrificar. 

Sin embargo, el avance del hidrógeno no está siendo todo lo rápido que se esperaba debido a los retos que sobrevuelan en torno a él. Uno de los más importantes es el transporte y almacenamiento de hidrógeno, lo que ha ralentizado su adopción a gran escala en la industria.

Pero, ¿dónde radica la dificultad de almacenar y transportar hidrógeno? ¿Cómo puede la industria encontrar una solución que permita aprovechar todo el potencial de este vector energético? ¿Qué soluciones se plantean? En este artículo, respondemos las principales dudas.

Los retos del hidrógeno

El hidrógeno tiene propiedades que lo diferencian de otros vectores energéticos. Algunas de ellas son muy positivas, pero hay otras que complican más su manipulación:

  1. Baja densidad energética volumétrica. A temperatura y presión ambiente, el hidrógeno es un gas muy ligero, aproximadamente 14 veces más liviano que el aire. Para transportar cantidades considerables de energía en forma de hidrógeno, se debe comprimir a altas presiones (alrededor de 700 bares) o licuarlo a temperaturas extremadamente bajas (-253°C). Ambos procesos requieren mucha energía, lo que reduce la eficiencia del sistema global y aumenta los costes operativos.
  2. Fugas y fragilidad del material. Debido a su diminuto tamaño molecular, el hidrógeno es capaz de escapar a través de las microfisuras de ciertos materiales, causando fugas que deben ser controladas. Además, el contacto prolongado con el hidrógeno puede inducir un fenómeno conocido como «fragilización por hidrógeno», en el cual algunos metales se debilitan y agrietan, comprometiendo la integridad de los contenedores y tuberías.
  3. Infraestructura inadecuada. A diferencia del gas natural, la infraestructura global para el transporte de hidrógeno es casi inexistente por el momento. Actualmente, la mayor parte del hidrógeno producido se consume en el mismo sitio, lo que limita las aplicaciones a gran escala. Desarrollar una red más amplia o adaptar la infraestructura existente para el hidrógeno implica costes elevados y tiempos prolongados de implementación.

Impacto en la producción y uso industrial

Estos retos técnicos y económicos han tenido un impacto directo en la adopción del hidrógeno en la industria. Si bien la producción de hidrógeno ha avanzado, especialmente mediante electrolizadores que aprovechan energías renovables, la falta de soluciones adecuadas de transporte y almacenamiento ha limitado su despliegue. Muchas industrias pesadas, como el acero, el cemento o la petroquímica, están interesadas en integrar el hidrógeno en sus procesos, pero la dificultad de suministrarlo de manera constante y asequible ha retrasado estos esfuerzos.

La lentitud en el desarrollo de una cadena de suministro eficiente de hidrógeno también afecta a otros sectores, como el transporte pesado y la aviación, donde la electrificación directa no es viable y se requieren grandes cantidades de energía fácilmente transportable. Sin una solución práctica para mover y almacenar hidrógeno a gran escala, su potencial como combustible limpio se ve comprometido.

La Unión Europea es consciente de esta problemática, y ha desarrollado iniciativas como el programa “A Clean Planet for All”, que aboga por lograr la neutralidad climática en 2050. Dentro de este programa, uno de los ejes es el impulso de diversas tecnologías que permitan la fabricación, transporte y almacenamiento de hidrógeno.

Por ello, a pesar de los desafíos, cada vez se desarrollan más soluciones para mejorar la viabilidad del hidrógeno como fuente de energía.

La solución para descarbonizar la industria

El hidrógeno es una pieza clave para la descarbonización de la industria y el transporte, pero su implementación a gran escala depende de la resolución de sus desafíos logísticos. El transporte y almacenamiento de este gas liviano requieren innovaciones tecnológicas y una infraestructura adecuada para ser competitivos frente a otras fuentes de energía. 

Si bien el camino aún es largo, los avances en producción, compresión, licuefacción, portadores químicos y redes de distribución existentes ofrecen esperanza de que el hidrógeno pueda jugar un papel central en la transición energética global.

El reto es grande, pero las soluciones están en marcha. Lo que queda por ver es si la industria y los gobiernos pueden acelerar el proceso de innovación e infraestructura para que el hidrógeno sea verdaderamente el combustible del futuro.